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Expertos advierten que bebés en espera de adopción ya tienen consecuencias irreversibles

La ciencia ha constatado que los niños no pueden perder tiempo en establecer "redes neurales" con los adultos dispuestos a criarlos desde el primer día 

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10 de septiembre de 2018 a las 05:02

La violencia más grave que puede recibir un ser humano es la que sufren aquellos bebés recién nacidos cuando llegan al mundo sin que haya adultos dispuestos a criarlos de inmediato. Los daños que se producen en esos niños son irreversibles y engendran consecuencias para toda la vida.

Se trata de un “maltrato infantil” que aún no fue identificado como tal, según definieron tres expertos en neonatología del Hospital de Clínicas, en un documento publicado en agosto por la revista Archivos de Pediatría del Uruguay.  El desafío consignado en ese artículo de cinco páginas es el de hacer frente a un problema que no se ve: "La violencia invisible" –así se titula el trabajo–, “que no figura en los textos, ni se plantea en los algoritmos clínicos de diagnóstico”, y que la autoridades sanitarias no deben demorarse en incluirlo entre sus principales prioridades.

En 2017, el Hospital Pereira Rossell informó que se registraron 179 bebés cuyos padres resolvieron no acogerlos, por lo que debieron esperar la intervención de la Justicia para decidir su destino. La demora institucional puede durar semanas y meses, y eso implica un costo con el que deberán cargar toda su vida, porque durante ese periodo clave no tuvieron oportunidad de desarrollar vínculos esenciales con adultos que necesariamente deben tener presencia estable.

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No pudieron forjar, explican los pediatras y docentes José Luis Díaz Rosello, Fernanda Blasina y la psicóloga y profesora de psicología médica Pía Correa, la relación “afectiva filio-parental” con cualquier adulto que asuma el rol de acompañarlo durante toda su vida. Cuando crezcan, esos bebés podrán tener una “mayor prevalencia de autismo, dificultades de aprendizaje, comportamientos de apego desinhibido y fundamentalmente hiperactividad y falta de atención”, tal como lo demuestra un estudio reciente publicado en Rumania, citado en el documento.

“Es un problema crónico en nuestro país que no fue resuelto ni con la última ley de 2013 que regula la adopción”, acotó Díaz a El Observador.

Los primeros efectos de la falta de la relación con los padres se perciben en las interacciones del niño a los cuatro años de edad. Dicen los autores que, en ese período, la ciencia demostró que el desempeño socio-cognitivo y afectivo del niño tiene una correlación directa con el nivel de conexión “neuronal parental” alcanzado con el adulto que lo crió desde las primeras semanas de vida.

Y la importancia de ese tipo de conexión es decisiva, porque el bebé nace con una capacidad innata para “comandar la activación del cerebro” de los adultos, sin importar si se trata de un padre biológico o no (ver recuadro), de modo de obtener de ellos la satisfacción de sus necesidades más elementales.

Y entre ellas, está la gestación de “los vínculos afectivos significativos iniciales” que solo pueden crearse en el seno de un hogar y que constituyen “la socialización basal más importante que da seguridad y afecto, que luego permitirá integrarse progresivamente  a otros niveles de relación más distante, como en los centros de cuidado”.

Paliativo

A mediados de 2016, se creó la ONG Proyecto Canguros con el propósito de brindarles a todos los niños que nacen en el Hospital Pereira Rossell y permanecen en el limbo de la sala de cuidados moderados –esperando por el INAU o una familia que los reciba–, una atención que no puede ofrecer el personal médico: abrazos, besos, cantos y juegos.

Pero además, “las canguras”, como se llaman así mismas las voluntarias –aunque hay algunos hombres–, les toman la temperatura, cambian pañales, los bañan, alimentan y cargan a upa.

“Las funciones que cumplimos de sostener, cantarles, hablarles, tienen que ver con esa ausencia que tienen de familia. Como no la tienen o sí pero débilmente, nosotras tratamos de que ese bebé no tenga esa falta de cuidados emocionales”, declaró entonces a El Observador la psicóloga especializada en derecho de infancia y política públicas, María Soledad Vieytes, que es también vicepresidenta de esta ONG.

El trabajo de la Fundación Canguro es muy bienvenido, dijo Díaz, pero no es suficiente porque no atienden la carencia estructural. “El niño tiene que ser estimulado por alguien que lo crie toda la vida, y los voluntarios se van para la casa cuando termina el día”, razonó el pediatra.

Es por eso que el trabajo de los profesionales concluye con el reclamo de la defensa del “derecho a que de inmediato y preferentemente con decisión antenatal, exista una familia” definida para encargarse del recién nacido “desde un primer momento.

“Como especialistas en pediatría –escriben sobre el final–, hemos contribuido a reducir la mortalidad neonatal, pero en los servicios de atención a recién nacidos la mortalidad civil y el ultraje a sus derechos se mantiene invisible en espera de resolución judicial”.

El Observador intentó el contacto con autoridades pediátricas de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, pero no obtuvo respuesta.

Biológico

En la publicación académica también se reclama el recambio de la terminología de la legislación civil cuando se hace referencia a la división de la familia en biológica y adoptiva, porque no hay forma de concebir los vínculos de crianza como un proceso ajeno a la biología. “La familia adoptiva es también biológica”, afirman los expertos, y explican: “El uso de la denominación de ‘familia biológica’ puede corresponder tanto al origen de los gametos, la etapa de fertilización, el ámbito de engendrar, como también los determinantes biológicos del desarrollo de las funciones necesarias para criar”.

Es que la investigación científica ha demostrado que existen “redes neurales vinculadas con la empatía, emotividad y mentalización que genera el niño en quienes lo crían y la actividad global entre ellas se denomina red parental y cuyo nivel de respuesta a los estímulos puede cuantificarse".

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