Tratamiento de la Patología Dual
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Tratamiento de la Patología Dual

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Analizado el 7 noviembre, 2018
Última edición:7 noviembre, 2018

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La patología dual representa la asociación cruzada, coexistencia o comorbilidad de dos situaciones clínicas que son simultáneas en el tiempo: la presencia de un trastorno mental por un lado, y por otro, el uso patológico de sustancias tóxicas (adicción o dependencia de drogas o sustancias de abuso).

La mayoría de los pacientes con adicción que buscan tratamiento sufren de una o más enfermedades mentales y la mayoría de los pacientes con enfermedad mental sufren de una o más adicciones.

Es muy importante una actuación y tratamiento global por un equipo multidisciplinar para poder conseguir unos buenos resultados. Está demostrado que, cuando cada patología es tratada de forma independiente y por equipos de tratamiento diferentes es imposible controlar el impacto del otro tratamiento, evaluar de forma correcta la evolución y lograr la estabilidad en uno de los ejes por separado.

Para lograr la consecución de los objetivos terapéuticos se llevarán a cabo principalmente tres tipos de actividades: sesiones de grupo, atención individualizada y atención familiar. Los programas de atención individualizada se desarrollarán mediante entrevistas individuales así como tratamientos farmacológicos con prescripción, controlados mediante entrega diaria de la medicación y psicoterapia individual reglada. La atención familiar se basa en la intervención familiar mediante entrevistas diagnósticas, psicoeducativas, terapéuticas e intervenciones sociales; y la formación de grupos multifamiliares psicoeducativos y de resolución de problemas.

El abordaje terapéutico de estos pacientes presenta peculiaridades debido a la baja adhesión al tratamiento que caracteriza a este grupo de pacientes, la carencia de recursos asistenciales específicos y la elevada incidencia de problemas legales y sociales que suelen acompañar a estos pacientes. Por este motivo, se requieren un tratamiento de actuación específicos que contemplen la comorbilidad de la patología dual con el abuso de sustancias.

El paciente con patología dual debe tratarse de todas las patologías que presente, incluidas las adictivas. No se debe tratar una patología primero y otra después, ambas situaciones clínicas deben ser consideradas primarias y el abordaje terapéutico debe ser intenso sobre ambas manifestaciones de una enfermedad que generalmente es única. El cerebro no tiene distintas formas de enfermar, tiene distintas formas de manifestar sus patologías.

Hasta ahora, prácticamente todos los psicofármacos incidían en las monoaminas cerebrales, sobre la serotonina, la noradrenalina o la dopamina. Pero la ciencia revela que existen sistemas endógenos que tienen que ver con necesidades vitales para la supervivencia, con la inmunidad, el dolor físico, emocional y social, y están implicados en todas las enfermedades mentales cuando se alteran. Esto hasta ahora era desconocido y, por ello, no existen tratamientos y se cuenta con muchas barreras que impiden que los pacientes sean correctamente tratados.

La búsqueda de un tratamiento adecuado puede ser frustrante para el paciente. Dicha dificultad puede ser generada por su propia patología y problemas internos que esta le genera (depresión, negación, alienación, etc.). Sin embargo, también puede venir dada por la descoordinación entre los diversos recursos asistenciales y los diferentes programas de tratamiento. Los modelos terapéuticos básicos que se han tenido en cuenta han sido los siguientes:

  1. Tratamiento secuencial: Es el modelo históricamente más común de tratamiento de los pacientes duales. En este modelo el paciente es tratado primero en un sistema o red de tratamiento asistencial (Salud Mental o Drogodependencias) y, posteriormente, en el otro. El orden de los tratamientos puede depender de distintas variables: preferencia del clínico, magnitud de los trastornos, primacía en el tiempo y/o en la causalidad, etc.
  2. Tratamiento paralelo: Se trata del planteamiento terapéutico que implica al paciente simultáneamente en programas o recursos de tratamiento de Salud Mental y de Drogodependencias. Al igual que en la modalidad anterior, se utilizan recursos terapéuticos existentes en ambas redes por parte de los propios equipos aunque con mayor coincidencia en el tiempo. Sin embargo, el grado de coordinación entre ambos tratamientos es variable y probablemente insuficiente.
  3. Tratamiento integrado: Este modelo combina elementos o recursos terapéuticos tanto de la red de Salud Mental como de la de Drogodependencias en un programa de tratamiento unificado para pacientes con trastornos duales. Idealmente, este tipo de tratamiento se daría desde un mismo equipo que integrara a profesionales formados en los dos campos, capaces de seguir al paciente en su evolución y abordar su doble trastorno.

En los últimos años, se consolidado la idea de que el tratamiento de los trastornos duales en dispositivos distintos era inadecuado. Aunque los estudios sobre tratamientos integrados no son abundantes, la mayor parte de los autores y profesionales se inclinan sobre esta opción. Sin embargo, se preveen dificultades puesto el actual diseño y funcionamiento de la atención en Salud Mental y en Drogodependencias de nuestro país. Por ello, dada la situación general, sería ya un logro conseguir un tratamiento paralelo y coordinado entre las redes implicadas.

Sin embargo, la interpretación de estos programas es ambigua y complicada debido a la gran variedad de intervenciones llevadas a cabo, la heterogeneidad de los pacientes y la falta de informes oficiales que reflejen los efectos de los estudios.

En cualquier caso, en el tratamiento de los trastornos duales deben considerarse una serie de aspectos claves en el abordaje de estos pacientes como son:

  • Conexión con el tratamiento: el objetivo es captar al paciente para el proceso de tratamiento con la finalidad de que se mantenga dentro del mismo. A ello contribuye esencialmente una relación individual personalizada, visiones a largo plazo y la adaptación de los esfuerzos a las necesidades del paciente.
  • Continuidad en el tratamiento: abordaje integrado que evite la discontinuidad de las acciones terapéuticas, tan probables en la patología dual. La propuesta de un Terapeuta de Referencia facilita la integración y evita el riesgo de dispersión en este tipo de tratamientos donde pueden estar implicados más de un servicio.
  • Intención terapéutica: inclusión en el programa de líneas terapéuticas diversas capaces de dar respuesta a los diferentes niveles de complejidad, severidad e incluso motivación de los pacientes.

El objetivo general del tratamiento de las drogodependencias es la modificación de la conducta patológica que experimenta el adicto, dotándole de una capacidad de control de las situaciones personales y ambientales que inducen al consumo de la droga.

La primera condición para enfocar el tratamiento es la convicción y la voluntad del paciente para tratar de resolver el problema. Es un proceso complejo y multidimensional, valorando, además de la situación del paciente, sus circunstancias familiares y sociales y, estableciendo posteriormente un plan de tratamiento individualizado. La meta ideal en todo tratamiento de una drogodependencia es conseguir la erradicación total de la droga de la vida del individuo.

Para abordar este tipo de patología es imprescindible realizar un enfoque biopsicosocial. La psicoterapia debe estar presente en todos los programas terapéuticos para poder conseguir la modificación de conducta de riesgo.

Otros estudios remarcan que los tratamientos psicosociales se dividen en tres categorías generales: la terapia cognitivo-conductual, la entrevista motivacional y los enfoques familia/sistemas. Los enfoques de ayuda mutua también están asociados con mejores resultados entre los adolescentes. Sin embargo, todavía existe una falta de intervenciones altamente efectivas para los comportamientos adictivos entre los jóvenes. El impacto de las intervenciones puede ser incierto, ya que la evaluación de estos tratamientos en los adolescentes es inexistente, llegando únicamente a la conclusión de que, tras el tratamiento, la recaída es una situación bastante frecuente entre los ellos. El aumento de la prevalencia entre los 13 y los 18 años y la fuerte asociación entre el uso temprano de sustancias y el desarrollo posterior de trastornos mentales destaca la adolescencia como un período clave para las intervenciones ya que los tratamientos dirigidos a este grupo de edad tienen el potencial de afectar la vida entera.

Como se ha mencionado anteriormente, los jóvenes adultos son especialmente vulnerables al desarrollo de la patología dual. Sin embargo, estos pacientes son muy susceptibles a la mejora debido al corto proceso adictivo. Los programas de tratamiento residencial como comunidades terapéuticas, multidisciplinarios e integrados logran neutralizar la carga psicológica y mejoran el pronóstico inicial. Se considera importante la derivación a programas que integren en su modelo de atención bases psicosociales e intervenciones psicofarmacológicas. El asesoramiento de los adolescentes y sus familias en relación con estos riesgos pueden ser una parte crucial de la prevención o el cese del tratamiento.

En el caso de los pacientes diagnosticados de TDAH, el tratamiento medicamentoso del TDAH puede proteger contra el consumo de sustancias adictivas, pero sólo si los medicamentos se toman continuamente. Al abordar el cuidado de adolescentes y adultos jóvenes con estas dos patologías concomitantes, la participación, el apoyo y el tratamiento de las familias son críticos. La estabilización del uso de sustancias en individuos comórbidos es un primer objetivo notable del tratamiento.

La tradicional separación de la Psiquiatría y los servicios de desintoxicación en muchos países aumenta y agrava los problemas asociados. Como ya se ha citado, esta división y falta de trabajo en equipo entre ambos servicios obliga a los pacientes a seguir dos cauces y no obtener la intervención adecuada de ninguno de los servicios.

Fases del tratamiento de la drogodependencia

Las drogodependencias requieren un tratamiento especializado desde el punto de vista sanitario, social y educativo. Este tratamiento multidisciplinar está organizado en cuatro pilares descritos a continuación:

  1. Desintoxicación

Proceso a través del cual se logra el cese en el consumo del tóxico del cual el paciente es dependiente y se consigue una abstinencia sin sufrir un síndrome característico.

Se elimina la dependencia física hacia la sustancia o sustancias que han creado adicción, de esta manera el organismo consigue funcionar sin necesidad de consumir la sustancia. Se realiza principalmente mediante tratamiento farmacológico del síndrome de abstinencia (pudiéndose evitar el tratamiento con opiáceos), programándose igualmente otras acciones de apoyo.

Dentro de esta fase se distingue el programa libre de drogas en el cual el usuario solo tiene pautados fármacos y el programa de mantenimiento con metadona.

  1. Deshabituación

La segunda fase consiste en la eliminación de la dependencia psicológica, es decir, cesada la desintoxicación, el paciente aprende a vivir sin las drogas y sin el hábito de consumo. Es mucho más compleja y prolongada. Se facilita la adquisición de elementos, estrategias y pautas de conducta que permitan la normalización e integración social, para poder enfrentarse con posibilidades de éxito a los factores adversos, internos y externos. Puede realizarse de forma ambulatoria, en centro de día o en módulo terapéutico. El objetivo principal es sustituir hábitos de conducta insanos por otros socialmente aceptados y libres de drogas.

  1. Rehabilitación

En esta etapa es necesario enseñar al paciente la capacidad de comunicarse correctamente con el resto de personas de su entorno, forjar una personalidad, establecer unos hábitos saludables, etc.

El principal objetivo de esta fase es prevenir las recaídas.

  1. Reinserción

Esta fase se trabaja acorde con la etapa de rehabilitación por lo que el límite entre ambas no está bien marcado. Tiene como objetivo la progresiva integración o reintegración del individuo en su entorno familiar y social, favoreciendo la adquisición y desarrollo de instrumentos, actitudes y habilidades, recursos y aprendizajes que ayuden a mejorar el desenvolvimiento personal, familiar, social y laboral y su normalización e integración en la sociedad compatible con una vida responsable y autónoma evitando la dependencia del tóxico.

En esta fase podemos encontrar diversas actividades comunitarias contando con la colaboración de los profesionales y recursos existentes (terapéuticos y de la red de recursos sociales) para conseguir una actuación global.


Este artículo está basado en la tesina realizada por Andrea Arduengo Romero para el Máster en prevención e Intervención en conductas adictivas realizado en Formación Alcalá.

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Acerca del autor

Andrea Arduengo Romero Enfermera en Servicio de Salud del Principado de Asturias. Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo. Máster Oficial en Prevención de Riesgos Laborales y Máster Oficial en Urgencias y Cuidados Críticos ambos por la Universidad de Oviedo. Postgrado títulos propio como Máster en Intervención y Prevención en Conductas Adictivas o Experto Universitario en Formación en Educación para la Salud. Asistencia y comunicaciones en Congresos de Enfermería (nacionales e internacionales) y publicaciones en Revistas de Enfermería de interés científico sanitario.

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