El Blog de les mares i pares d’AFATRAC

20 juliol 2020

AVUI ESTRENEM EL BLOG DE TESTIMONIS D’AFATRAC, PER COMPARTIR LES NOSTRES EXPERIÈNCIES I EMOCIONS EN RELACIÓ AMB LES NOSTRES FILLES I FILLS.

Podeu enviar els vostres escrits per mail a  comunicacio@afatrac.org  i  salut@afatrac.org  i els publicarem de forma anònima.

“Yo hace relativamente poco que me hice socia de Afatrac, pensando que mi hijo jamás llegaría a verse en la calle, porque tiene una familia que se preocupa por su bienestar.

Pero nada más lejos de la realidad y, gracias a las entidades que supuestamente deberían velar por la integridad de mi hijo, me veo hoy por hoy en una situación de ansiedad y angustia porque finalmente ha llegado el momento que jamás pensé vivir.

Mi hijo tiene 19 años, es biológico, y desde los 5 años está en seguimiento psicológico y psiquiatrico por el Csmij y Csma. Tiene diagnosticado TEA, TDAH, Trastorno de conducta y Discapacidad Intelectual leve. Ha estado ingresado en hospital de Día, UCA, dos años en Ita y CE Til.lers.

Como familia nos hemos movido tanto a nivel privado como público, trabajadoras sociales, centros de estudios especializados en chavales con dificultades, etc…

Y siguiendo al dedillo todo lo que nos recomendaron en su momento los profesionales que lo trataron, nos encontramos con mi hijo en la calle, sin nadie que controle si se toma o no la medicación, si come o no, si tiene un techo donde dormir, etc…

Todo lo que supuestamente una persona con una discapacidad del 69% debería tener resuelto ya que no es capaz de organizarse.

Ahora me pregunto… ¿A dónde más debo dirigirme para que mi hijo tenga una vida digna?.

¿A que está esperando la administración?, ¿ A que lo meta en casa, y finalmente por su patología nos haga daño a las personas que cuidamos de él?.

¡¡¡Mi hijo es un enfermo!!! Estoy harta de escuchar que es un delincuente.

Yo como madre no voy a dejar de luchar por mi hijo, porque no merece la vida que está teniendo, porque debería estar peleando con él porque quiere hacerse un tatuaje o quiere llegar más tarde a casa. Y no sentirlo llorar diciendo que no quiere seguir viviendo, y que no quiere dormir en la calle.

¡Basta ya! Detrás de ellos hay madres, padres, hermanos y hermanas y toda una familia pasándolo realmente mal.

Y esto no es cuestión de horas, días o meses de enfermedad, si no de años que hacen mella en nosotros que ya no podemos más…”.